Juntos salvaremos el Ártico

jueves, 25 de septiembre de 2014

El llanto del río Chillón


Márquez. Es el nombre de la pequeña urbanización al lado sur de la ribera en la desembocadura del Chillón. La playa de Márquez está infestada con desechos médicos, domésticos, de construcción, y algunos tantos más inclasificables. En la parte del asentamiento más cercana a la ribera, se puede sentir un olor a putrefacción. El río, negrusco, desemboca en el mar como lo haría el veneno de una viuda negra en tu sangre. Pocos metros antes de llegar a lo que alguna vez fue una bella playa, podrás distinguir un lago negro. Desierto como la luna, negro como la noche durante los apagones, su siniestra tranquilidad solo es interrumpida por pequeñas burbujas que emergen de la laguna como advertencias de que algo putrefacto se cocina bajo esas aguas oscuras.





Pero el problema en la desembocadura de este río no está solo en los desagües y pequeñas industrias próximos a la rivera. Además de la basura arrastrada desde los distritos de San Miguel y Magdalena por la corriente marítima, una refinería de petróleo se encuentra muy cerca. Mientras caminaba con una líder vecinal de Márquez, me comentaba como hallaban ocasionalmente aves muertas, con las plumas ennegrecidas. O cómo se le ocurría a algún residente de Márquez meterse al agua en un día caluroso, solo para salir inmediatamente con el cuerpo cubierto por una grasa negra. Gajes de vivir en el tercer mundo.




 

Más información disponible en este reportaje:

https://www.youtube.com/watch?v=1P8hlf7pQE0&list=UU7CLx6RAZEsW_srZN7wvchg